Hay algo que quizás muchos no entiendan, nunca podrán saber que se siente ser alguien, que perteneces a algo importante, y después todo ello se termina, solo alguien que lo ha vivido y que lo ha disfrutado, puede saber que se siente. Esto se resume en una frase muy usado por las fuerzas armadas, y yo la escuché en la fuerza naval: "UNA VEZ MARINO, PARA SIEMPRE MARINO".
Aún recuerdo, como entre nervios, miedo, y querer saber que iba a pasar conmigo, subí a un furgón que me llevaría del Dirección de Reservas Navales, Puerto de salida del Callao, frente a la Plaza Grau de la misma ciudad, y como mi madre y mi hermano trataban de no llorar, cuando me vieron subir al bote, que se veía tan frágil ante tan inmenso gigante, como lo es el mar.
La llegada a la Isla San Lorenzo, fue, es y será una de las cosas que siempre recordaré, pisé el muelle, con mi pantalón de buzo color negro y un polo blanco, sin nada más que me abrigara, me hicieron conocer lo que era un verdadero ejercicio físico, aún no sabía lo que pasaba y el miedo de no entender que sucedería después, siempre se han tejido historias macabras sobre las fuerzas armadas.
De ahí en más la Isla, se convirtió en el hogar de más de 1.500 reclutas, muchos de ellos llegaron obligados, otros por verdadero amor a la patria, otros porque deseaban seguir una carrera, otros porque sus padres los enviaron. Pero en esa isla conoceríamos lo que es el verdadero valor del compañerismo, de la lealtad, de esa frase que nos uniría a todos, en la guerra solo podrás confiar en el hombre que está a tu lado. Fueron meses agobiantes, tres meses en los que nos inculcaron el amor al uniforme, el amor a nuestra institución, el amor a nuestra patria, el anhelo constante de querer formar parte de ella, y portar con orgullo ese uniforme, que nos daría una razón a nuestras vidas, ese uniforme que significaba todo el esfuerzo, dedicación, lágrimas de dolor y tristeza, dolor de los seres que esperaban vernos de nuevo; nos incluyó en algo grande.
Luego el año y nueve meses restantes, nos hizo ver que aún a pesar de todo logramos amar a nuestra institución. Muchos de nuestros amigos fueron destacados a diferentes dependencias, yo serví en la Policía Nava, en la Jefatura de Destacamento de la Policía Naval, algunos a diferentes lugares de provincia, y otros en Lima, unos cuantos murieron, otros se escaparon, muchos continuamos, hasta el final.
Pero, lo realmente malo no ocurre dentro de las Fuerzas Armadas, si no fuera, cuando salimos como Licenciados, afuera nos espera un mundo en el cual, haber servido a la patria se considera una pérdida de tiempo, antes eran vistos como héroes, los padres orgullosos podían decir con el pecho henchido, mi hijo sirvió a su patria, ahora hasta les de vergüenza decir eso, en la mirada de los niños ya no hay esa mirada de emoción que uno tenía cuando veíamos a un uniformado anhelando ser tan valientes como ellos, ahora no, ahora se les menosprecia, sin imaginar cuanto sacrificio les costó portar ese uniforme por más de dos años.
Amigo mio, ellos siguen siendo héroes, SÍ HÉROES, porque han dejado mucho de lado por servir a su patria, adentro sentíamos que pertenecíamos a algo, teníamos ese sentido de pertenencia, ese sentimiento de que lo que hacíamos era importante y que valía la pena morir por ello, pero muchas veces no han sabido reconocer todo ese sacrificio de compañeros que aún con toda la depresión encima tuvieron que inmolarse en una batalla, algunos llorando de pánico, pero dando valerosamente sus vidas, ellos los que murieron, los que alguna vez sirvieron y servimos a nuestro hermoso país sabiendo que podían ofrendar sus vidas, y los que siguen sirviendo hoy en día, ellos son esos héroes olvidados.
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