jueves, 3 de octubre de 2013

Una Botella, Un Paseo y el Mar

Mi viejo amigo, después de tiempo vengo a visitarte, he de contar algo que vi cuando fui a visitarte donde tus aguas besan las arenas de una Costa Azul.

Paseaba yo, por la playa de Costa Azul, que a estas alturas del año, no luce tan bien como debería, pero de todos modos la brisa marina aun invita a relajarse con el sonido del mar, mientras las aves marinas juegan con el vaivén de las olas, algunas intentando capturar su alimento otras planeando con el viento, que a estas alturas del año es mas bien frío.

Recorría yo la acera que se encuentra a cierta distancia de las caricias del agua, observando el lienzo marino que se mezclaba con la bóveda celeste, de pronto mi vista se topó con un par de jóvenes sentados en un tronco que el mar ha regresado a la playa, comparten una especie de bebida caliente. En la distancia se les veía conversar tímidamente, intento imaginar de que hablan. Espero la musa me ayude en estos momentos.





Ambos cogen los vasos intentando calentarse las manos, el le pregunta de ciertas cosas que ella responde con un poco de sobriedad, terminan de tomar su bebida, observan con cierto detenimiento la inmensidad del mar, el explica que siempre ha intentado capturar a las pequeñas aves parduscas que se mueven en grupo para coger los muy muy que se quedan varados en la playa. El frío empieza a calar, intenta abrigarse el cuello, el toma su chalina y se la entrega, ella intenta ponérselo, con una sonrisa dice que no sabe como usarla correctamente, el toma la chalina y la rodea en el cuello de ella, ella agradece pidiéndole disculpas, que ella se envolvía un montón de veces, el le dice: el secreto de toda vestimenta está en la simplicidad. Esa frase la ha escuchado en algún lado, o tal vez ya la ha dicho; no, ya lo recuerdo se lo ha dicho una amiga de la juventud, la frase completa es: "El secreto de toda vestimenta está en la simplicidad, nosotros le damos la grandeza".

No ha querido completar la frase, al verla le parece que la frase se completa sola. De pronto da un brinco y empiezan a caminar, ella un tanto preocupada le pregunta hasta donde avanzarán, el responde,unos metros más y regresamos, una idea ronda en la cabeza de ambos, y es escribir sobre la arena, ambos escriben el nombre de ella. Caminan unos metros más, de pronto algo los distrae, una botella, el le cuenta que ha visto una película sobre como alguien a enviado notas en una botella, ella le dice que lo hagan, el tiene un papel y ella un lápiz, ambos escriben en el papel. 

Han de saber mis queridos lectores, a pesar de estar en la playa a estas alturas del año aún el frío es muy fuerte en esta época del año, y mis dos protagonistas están con zapatos en la arena, han colocado la nota en la botella, el toma la botella he intenta enviarla al mar con tal mal lanzamiento que la jovencita que lo acompaña no puede evitar reírse ante aquel pobre intento del muchacho. El no es de darse por vencido, y decidido a mostrar su valía se quita los zapatos, se remanga el pantalón, toma la botella de nuevo, se mete hasta donde le permite no mojarse, y esta vez si envía con fuerza la botella, el mar se engulle la botella y con ella la nota.

Ella lo mira diciendo que esta loco, el solo sonríe y la invita a hacer lo mismo, ella solo sonríe, sus enormes ojos sonríen con sus labios, miran el mar y el le dice que caminen hasta la acera donde suelen correr algunos deportistas, caminan de manera cautelosa, ya que la arena no está limpia, hay desperdicios por todos lados, llegan a la acera, se sientan en la banca que con el tiempo ha sido corroído por la brisa marina, aunque hay segmentos que aun están intactos. El la mira e intenta cantar con poco éxito, ella solo lo mira, intenta tal vez descifrar a ese chico que tiene al frente, ella le muestra su celular y pone alguna melodía que irrumpe en contra del sonido natural de las olas y del viento marino, es muy suave, es cómplice; él la invita a bailar con la melodía, una tras otra vas pasando las melodías, el la hace girar de cuando en cuando, no es un ritmo muy acompasado, pero lo disfrutan; en más de una ocasión sus cuerpos se acercan, pero sus rostros se acercan más, es una invitación, el aire cambia y sus latidos acompañan a la melodía de la música y a la del mar, de pronto, todo es silencio; el la mira, ella lo mira, ambas miradas cómplices se comunican, el tiempo se detiene, sus labios se acercan, un beso, un eterno beso que parece no querer terminar.

De pronto se separan, el la lleva a sentarse, en sus rostros no hay un reflejo de alegría, pero tampoco de tristeza, ya no hay que observar, decido retirarme, un poco mas allá, aun deseo tocar un poco la guitarra, toco una canción como es mi costumbre, el frío es mas fuerte y decido volver a casa, recorro mi vista hacia el lado donde están los jóvenes, ya no se encuentran, retorno caminando a casa guitarra al hombro, apresuro el paso pues los insectos no son muy buenos, la carretera a la playa pasa por los humedales, y los mosquitos se quieren dar un festín, decido abordar una mototaxi, no es necesario pasar por la tortura de ser picado, la moto avanza un par de metros, y los veo, ella camina sobre el sardinel que separa la ciclovía de la arena, el la toma de la mano para que evitar que ella pierda el equilibrio. Veo por la ventana trasera y me alejo. 


Debo reconocer que escenas como esas son las que extraño de mi pasado. Pero mi viejo amigo, hay cosas de las cuales uno solo es un espectador. Por hoy te dejo, volveré a seguir platicando.

sábado, 31 de agosto de 2013

Cansado y un niño con una caja

Hola mi viejo amigo, tengo algo que contar, si yo se que después de tiempo te visito, pero a veces la rutina lo hace a uno esclavo del tiempo y del trabajo, y ya no hay tiempo para relajarse y visitar aquellas cosas que nos agrandan mucho. Si sabes que me gusta  hacer música y escribir, lo primero le he venido haciendo, pero lo segundo... hace mucho que no lo hago, a menos que sea en las redes sociales, o para firmar algún que
otro documento. Es raro, pero el escribir, se me ha hecho un poco pesado, pero no sabes como lo extraño. 

Lo extraño tanto que intento escribir, tomo el lapicero entre mis dedos y empiezo a escribir sobre el pulcro papel, pero de pronto la historia deja de fluir, y ya no hay mas que decir. Es triste, pero al menos se que una queja es mas valedera que un silencio, al menos así se que aún respiro.

Han pasado tantas cosas que contarlas en realidad ya no viene al caso, pero si he de decir que el cansancio me ha golpeado, y duro; si son esos días en los que no tienes ganas de animar a nadie, y el simple hecho de querer levantarte de la cama es una tarea de valientes. 

Pero si algo he aprendido es que a pesar de ello, tus fuerzas jamás serán suficientes para eso. Es que tu dirás, ¿Cómo dices eso, si tu mismo luchas por seguir adelante a pesar de todo?. Pero, nosotros no podremos jamás seguir adelante solos con nuestras batallas, es por eso que siempre buscamos a familiares, amigos, algunos psicólogos para que nos ayuden a resolver nuestros problemas, o los problemas en los que nos metemos, por eso siempre estamos buscando algún lugar de refugio.

Te lo explico fácil; me contaron que una vez un hombre miraba como su pequeño hijo se esforzaba por cargar una pesada caja para ponerla en su lugar, después de un buen rato el hombre le preguntó a su hijo:

- ¿Estás empleando todas tus fuerzas?

- Si- respondió el pequeño con un rostro desesperado.

- ¿Te apuesto a que no?- replico el padre.

EL niño lo miró extrañado, a lo que el padre agregó.

- Es que no me has pedido ayuda.

Y eso pasa siempre con nosotros, queremos pelear nuestras propias batallas, queremos vencer por nuestras propias fuerzas, o intentamos buscar ayuda en otros que no pueden ayudarnos del todo, cuando la mayor ayuda viene de aquel que es nuestro Padre, y que con solo pedirlo está dispuesto a ayudarnos, solo debemos decirle a ÉL que nos ayude en cualquiera cosa que nos esté afligiendo.

Pero para eso debes aceptar que ÉL es tu Creador, y Salvador, y el vendrá en tu ayuda.

domingo, 3 de marzo de 2013

De Algún Lado

Mi viejo amigo este es un soneto que escribí hace poco, al fin lo pude terminar de revisar y hoy lo publico, espero que quienes visiten esta playa lo disfruten...


De Algún Lado

Te recuerdo de algún lugar lejano, 
de un sueño, un recuerdo, mi pasado;
mi presente, un sentimiento amado,
un "que se yo" que dejé enojado.

Quizás la melancolía que tu voz evoca,
ese susurro silente que conmueve,
que regresa, que contagia, que provoca,
que al alma a sonreírse promueve.

Ese momento que impertinente retorna,
que agrada, que molesta, que aparta,
que alegra, que entristece, que perdona.

Ese menester que en pasión se torna,
el momento que la musa abandona,
pero que el alma efusiva no aparta.


domingo, 17 de febrero de 2013

De Elenas y Raqueles

Mi viejo amigo, hay personas que marcan siempre la vida de uno, personas que con paso del tiempo, su recuerdo se vuelve añejo como un buen vino, que al recordarlos evocas momentos tan vívidos que es como si los estuvieras viviendo de nuevo, personas que no es necesario que pases toda una vida con ellos para llegar a apreciarlos y quererlos con un cariño que no se puede explicar solo con palabras, y a veces solo el recuerdo de ellos te hace recordar los buenos tiempos, los momentos que te hacían sonreír, momentos que te trasladan a tu niñez tan querida.

Ese es el caso de dos señoras que llegué a apreciar mucho, las conocí en el tiempo en que mi mami tuvo que tomar la decisión de mandar a mi hermano a la selva con su familia porque iba a trabajar en una casa cama adentro y con dos niños hubiera sido muy difícil, y envió a mi hermano menor. La casa era de una vieja conocida, quien por cierto me conocía desde que estuve en el vientre de mi madre, doña Rosa Pinto de Castillo, es el nombre de ella, pero la conocían como "Chacha", señora muy amable y educada por cierto; su esposo: don Miguel Castillo, uno de los hombres más dóciles y pacientes que he conocido en mi vida, sus hijos Miguel Ángel y Giovanna, completaban la familia, pero con ellos llegaron a vivir, las madres de la pareja, el nombre de una era Elena y completaba el dúo Raquel.

Recuerdo que ambas eran de edad avanzada cuando las llegué a conocer, ambas con diferentes formas de ver la vida.

Ella es la doña Elena
Mamá de la Señora "Chacha"
 Elena era una señora que amaba a su hija, vivía con ellos mucho tiempo, pero por cierto era la que mas hablaba, era de esas señoras muy bien educadas, y se notaba por el tipo de persona que eran sus hijos, todos ellos muy bien educados, en cierto modo era la que mas me regañaba, pero siempre con la intención de que me portara bien, casi no le gustaba los ruidos fuertes, pero había algo genial, me encantaba escuchar las historias que tenía de joven, alguna vez me mostró alguna de sis fotos, si esas que son bien antiguas hechas en blanco y negro, por cierto cuando las conocí yo tenía nueve años; recuerdo que en mas de una ocasión sentía que no se la tomaba en cuenta, por cual siempre protestaba, y protestaba mucho, aunque en la cocina era muy buena. Pero una de las cosas que mas me marcó fue que su búsqueda de Dios, con el tiempo me mude de esa casa y ella sufrió de la enfermedad de Alzheimer, su hija la supo cuidar mucho, recuerdo la última vez que la ví, ya no me reconocía, pero me dio un último consejo, mas bien unas palabras de aliento: "Jovencito, no dejes de buscar a Dios."

Esta es doña Raquel,
madre de don Miguel
Raquel, era una mujer criolla de esas que tienen una historia para todo, vivió casi toda su vida en el Rimac si mal no recuerdo. Ella era la madre de don Miguel, recuerdo que cuando llegó a casa no paraba de contar sus anécdotas  las recordada era de la señora que tenía sus hijos que no les gustaba los frejoles, porque han de saber que en algunos lugares de Lima, comer frejoles era considerado comida de pobres y solo de ellos, y la señora se ufanaba que que sus hijos no comían frejoles, tanto tiempo había pasado que se olvido del almuerzo, cuando de pronto desde la venta de su casa uno de sus hijos le grita: !MAMÁ¡ ¿CALIENTO LOS F-R-I: FRI, J-O: JO, L-E-S?, por lo que la señora regresó avergonzada a casa. Era por cierto una de sus mejores historias y no perdía ocasión para contarla, doña Raquel era experta en dulces criollos, preparaba unos alfeñiques de chuparse los dedos, ni que decir de los picarones, también el afamado camote dulce, pero lo que mas me gustaba de todas sus preparaciones era su frejol colado, eso era un manjar en los labios, recuerdo que pasaba mucho tiempo con ella tratando de "aprender" a hacer los dulces, pero pasaba mas tiempo probando. Cuando me mude de la casa, años después ella murio, no hubo tiempo para despedirme.

Estas dos SEÑORAS, porque lo eran, fueron de una influencia muy buena en mi vida, una con toda la rectitud que se debe tener en la vida, y la otra con la picardía con que se deben afrontar los problemas, ellas supieron darme ese amor diferente, y me traspasaron parte de su sabiduría, esa que solo se obtiene con los años vividos, ambas me marcaron y aun las llevo en mi memoria, y este es mi homenaje a ellas.