viernes, 9 de mayo de 2014

Retorno

Mi viejo amigo, se que hace mucho te he tenido abandonado, pero el tema del trabajo ha sido por demás pesado, lo cual no me ha permitido estar en tus playas.

No se si recuerdas mi viejo amigo que hace un buen tiempo te hablé de lo que había significado para mi ser un Marino por dos años, durante el Servicio Militar Obligatorio, que aún regía en Perú en 1998, la historia la titulé "Una Isla, Un Fusil, Una Historia".

Pero lo que hoy me ha traído después de tiempo, es lo que vi en un vídeo, el retorno de soldados a sus hogares y las reacciones de sus familiares y amigos, como siempre digo, uno debe haber vivido esa experiencia para saber que se siente. No puedo evitar que la emoción me embargue y alguna que otra lágrima corra por mi mejilla, ya que al ver las imágenes recuerdo, aún con claridad, la primera vez que volví a ver a mi familia, después de dos meses y medio de duro entrenamiento para ser un buen Policía Naval.

Recuerdo que cuando fuimos de la Isla San Lorenzo ubicada frente a las costas del Callao, hacia el Club de Cabos, la emoción era inmensa, no sabía si llorar o reír, me sentía de tantas formas en ese momento. Lo que la mayoría temía era que nuestras familias no llegaran, la angustia era enorme, todos los reclutas llegamos al Club de Cabos, formados todos a la espera de nuestras familias, la mayoría se encontraba afuera del Club tan o mas angustiados que nosotros, seguro se preguntaban de si habíamos cambiado, o si nos reconocerían.

Recuerdo que mi familia no llegaba, y yo por ende me sentí tan triste tan mal, pensé que no alcanzarían a llegar y rompí en llanto, lo ahogué porque ya era un recluta de la Marina de Guerra del Perú, pero con todo aún era un jovencito de 18 años recién cumplidos, que toda la vida a estado con su madre y hermano. Llamé a una amiga de la familia porque quería entregarle algo para que le diera a mi mamá si no llegaban a tiempo. Ella llega a la media hora, cuando voy a recibirla con el saludo que nos enseñaron, para mi sorpresa detrás de ella estaba mi familia, mi madre al verme no pudo contener el llanto y sus primeras palabras fueron: "estas flaquito mi hijito", yo intentando contener el llanto la abracé y abracé a mi hermanito. No pude contener las lágrimas, ya que algunas rodaron por mis mejillas, no podía creerlo mi familia estaba conmigo después de dos meses de dura angustia. El verlos me llenó de ánimo y me hizo recordar las palabras de mi Técnico: "Ustedes no están aquí para defender al país, están aquí para defender a sus familias".

Aún recuerdo como mi mami me miraba de pies a cabeza como queriendo guardar cada momento que tenía conmigo. Y valgan verdades nuestras familias sufren cuando nos alejamos y mas en situaciones como la de muchos soldados, marinos, avioneros y policías que sirven a un país que muchas veces los trata con indiferencia. Si, yo también creo que la guerra es una estupidez mayúscula, pero esos hombres y mujeres luchan cada día por sus familias, no por su país, lo hacen por regresar a ver a sus familias.

La segunda vez que me pasó eso, fue cuando regresé de terminar mi entrenamiento y por fin salí a mi primer "franco", salí de la Base Naval del Callao, con mucha expectativa, llegué a mi casa, toque la puerta y cuando abrieron era mi hermanito menor que me abrazó y entro corriendo a decirle a mi madre que había retornado. Yo era otro, era un Marino que servía con honor a  mi país, pero que luchaba por su familia.

Los que vivimos eso lo podemos comprender así como las muchas personas que deben alejarse de sus familias por algún motivo, pero los que hemos sido militares, o los que lo son aún hoy, tenemos ese vínculo especial. Esa madera que nos forja a seguir luchando y no rendirnos, y que lo único que nos doblega el alma, es nuestra familia.

Nos vemos mi viejo amigo. Te dejo algo para mirar.



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