En muchas ocasiones he sentido que el rumbo de mi vida queda totalmente a la deriva, y más de una ves he mirado a los lados y no he visto puerto donde descansar. La sombra de la noche muchas veces ha hecho que este viajero mire al cielo para contemplar las estrellas y poder ser guiado de alguna forma, pero hay noches en que las tormentas son tan fuertes que oscurecen todo el cielo, no permitiendo avizorar ni una sola de las estrellas que me puedan guiar.
En muchas ocasiones he querido arrojarme al inmerso mar ennegrecido, y quedar totalmente fuera, pero algo dentro de mi dice: Solo un poco más, solo falta un poco más. No si es fe o solo la tonta idea de que todo pronto pasara, pero esa voz sigue diciendo: Adelante, que falta poco. He dejado que el viento simplemente empuje el barco a donde pueda, pues el mástil y el timón se han destruido, ya no soy yo quien guía el barco, ya no soy yo quien esta al mando.
Las nubes borrascosas me tienen perdido en la penumbra, y miro al cielo, solo logro vislumbrar una estrella una pequeña estrella, que me dice que todo estará bien. No entiendo lo que pasa, y porque me pasa a mi, solo se que al final seré más maduro, y seré un poco más sabio, esta tormenta pasará como muchas otras que han pasado, y regresaré a mi playa a mi puerto, con los míos, con los de ella, y todo seguirá bien, estaré a su lado, miro el horizonte y la luz del disco dorado aparece, es mi lugar de referencia, es a donde puedo mirar.
Espero encontrarlos, espero encontrarlas, pero todo es diferente, yo soy diferente, no soy el mismo, he crecido un poco más, hoy se que todo tiene un propósito, soy un poco más fuerte. He salido lejos para ver de otro ángulo y me he dado cuenta que no debí ir tan lejos para saber que la respuesta está frente a mi.
Al final de todo he descubierto que Dios es mi guía y quien me sostiene, el es quien guarda a los que amo y me aman, y la guardará y cuidará.
Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
Salmos: 119:105
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Habla que el Mar escucha